Siete tachos de pintura de diez litros sobre la vereda. Cuatro de ellos rojos, dos blancos y uno amarillo. Solo dos están llenos de agua. A unos pocos metros, un tótem de seguridad con cámara de vigilancia y botón de alarma se encuentra conectado al centro único de monitoreo del municipio de Quilmes. Los vecinos pasean a sus mascotas mientras un cartonero con su carro se detiene a juntar unas cajas en la esquina de Lavalle y Colón. Dos perros lo acompañan.
“Hola facha, ¿te lavo la nave?”, pregunta a un conductor uno de los cuidacoches, mientras tres de sus compañeros observan sentados desde uno de los bancos. Aunque no tiene un “trapito” en su mano, su pechera amarilla flúor lo identifica. En la espalda, Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Espacios Públicos. En el frente, Unión de los Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP).
La Plaza del Bicentenario, conocida por los vecinos de Quilmes como la Plaza Conesa, se convirtió desde 2008 en el polo gastronómico del municipio y es el punto de reunión de los “trapitos”. Alrededor de la plaza son ocho en total. Cuatro de ellos, que son los encargados de lavar los autos, están sobre la calle Conesa, y los restantes cuatro están distribuidos en las calles que rodean la plaza y se mueven atentos, nunca se quedan quietos. Nadie se tiene que ir sin pagar.
Mientras tanto, a tan solo cinco kilómetros de la ciudad en el municipio lindero, en Berazategui, en su zona céntrica el escenario es muy distinto. Los controladores del sistema de estacionamiento medido identificados con credenciales y con el uniforme de Tránsito recorren la zona y charlan de forma amable con los conductores. Este municipio optó en 1993 por ordenar el tránsito y prohibir los cuidacoches. De esta forma, estas políticas públicas no solo evitan situaciones de violencia sino que generan recursos que son destinados al Centro de Atención Primaria de Salud Dr. Javier Sábatto.
En 1960 Berazategui se desprendió del municipio de Quilmes y se constituyó como un municipio independiente. Antes de lograr su autonomía compartía con Quilmes las dinámicas de crecimiento urbano y desarrollo económico. Sin embargo, con el tiempo, comenzaron a acentuarse algunas diferencias.
Quilmes, uno de los municipios más antiguos de la región, ya en ese momento contaba con 700 establecimientos industriales y con una densidad demográfica en ascenso. Este crecimiento, combinado con la alta circulación vehicular y la falta de regulaciones generaron un clima propicio para la expansión de los cuidacoches. Las dinámicas poblacionales y la estructura urbana influyeron en las problemáticas que enfrenta el municipio.
Por su parte, Berazategui priorizó el desarrollo residencial y comercial pero su densidad demográfica no llegó nunca a crecer de forma significativa. Esto permitió evitar presiones sociales y económicas que derivaran en problemáticas urbanas similares, como la de los “trapitos”. Según el Censo de 2022, Berazategui registró una población de 358.712 habitantes, mientras que Quilmes alcanzó los 633.391 habitantes, posicionándose como el quinto distrito más poblado de la Provincia de Buenos Aires.
Una historia de casi 100 años
Trapitos, en Argentina, es un término coloquial de uso informal que hace alusión al trapo que suelen tener en la mano los cuidacoches, y que mueven de un lado para el otro para indicar los espacios libres en la vía pública para estacionar un vehículo.
Los trapitos han sido un problema para los vecinos y conductores de muchas ciudades en Argentina y han tomado diferentes nombres dependiendo la región en donde trabajen. En Córdoba, se los denomina “naranjitas” y son nombrados de diferentes maneras en otras provincias del país.
Sus primeras apariciones se remontan a 1929. El Archivo General de la Nación publicó una foto que corrobora este dato.
El municipio de Berazategui tomó la decisión de regular el estacionamiento medido en algunas calles del partido en las zonas céntricas y lo hizo a través de la Ordenanza N°2634 promulgada el 30 de noviembre de 1993. Su argumento hace mención a los inconvenientes que se producían en materia de estacionamiento en el área céntrica del partido, lo cual entorpecía la posibilidad de acceso a todos los sectores de la comunidad, a instituciones bancarias, oficinas públicas y comercios en general.
En ese momento se abonaba con tarjetas reloj en las principales arterias del partido. Hoy en día es una de los pocos municipios, junto a La Plata, que cuenta con un estacionamiento medido que permite abonar de diferentes formas a través de una aplicación que se descarga de forma fácil, llamada Sistema de Estacionamiento Medido Berazategui (SEM). Este sistema fue desarrollado y presentado por Centro Superior para el Procesamiento de la Información (CeSPI) en 2012, que depende de la Universidad Nacional de La Plata. (UNLP).
Esta app funciona desde octubre de 2020 y está disponible en Play Store y App Store así como a través de la página web estacionamientos.berazategui.gov.ar. Este sistema busca brindar mayor comodidad a los vecinos y agilizar el tránsito como el estacionamiento en las calles del centro. El valor de la hora de estacionamiento es de $180, y rige de lunes a viernes de 9 a 20 horas y los sábados de 9 a 13 horas.
Cuando este sistema se implementó las personas mayores de 55 años que se encontraban desocupadas comenzaron a trabajar y controlar esas tarjetas pero la pandemia generó un cambio y desde 2020, cuando se salió del aislamiento, muchos abuelos no volvieron a trabajar.
Los datos aportados por el ejercicio económico financiero del primer semestre de 2024 indican que el municipio de Berazategui generó recursos por más de 3 millones de pesos con su sistema de estacionamiento medido.
¿Por qué el municipio de Quilmes no opta por generar recursos con un sistema de estacionamiento medido como lo hace su municipio vecino? ¿Existe alguna relación de connivencia entre el espacio político Unión por la Patria y la UTEP y el MTE?
El municipio de Quilmes lleva casi dos décadas sin resolver esta problemática que atañe a una gran cantidad de vecinos y conductores en las zonas céntricas y otras zonas muy concurridas como el Sanatorio de la Trinidad y el Sanatorio Modelo Quilmes.
También los vecinos de los municipios linderos como Berazategui, Florencio Varela y Avellaneda se ven perjudicados por el accionar de los cuidacoches cada vez que visitan la ciudad, que en algunas zonas exigen montos elevados para permitir estacionar los vehículos en lugares que son gratuitos.
Corridas, peleas, denuncias y amenazas derivaron en el 2014 en que más de quinientos vecinos autoconvocados por las redes sociales se reunieran en la Plaza Conesa bajo el slogan “Quilmes sin trapitos” y realizaran un escrache en la casa del intendente Francisco Gutiérrez. También entregaron un petitorio en la municipalidad para intentar encontrar una solución.
En 2021 fueron los “trapitos” quienes se juntaron en la plaza principal y marcharon hacia la Comisaría Primera para reclamar por la liberación de dos cuidacoches detenidos por la policía acusados de amenazar a los conductores.
Los medios locales como “Diario El Sol”, “InfoQuilmes” y “Perspectiva Sur”, son los principales de la región, que visualizan la problemática e informan novedades con una importante cobertura que ha llegado a medios nacionales como Telefe y Canal 9 cuando una pelea entre un vecino y un trapito terminó con el asesinato del cuidacoches en la puerta de un restaurant en 2014.
“Yo trabajo desde hace un año y medio de trapito en esta zona del Sanatorio de la Trinidad. Antes tenía un puestito en la feria El Solano y ahí conocí gente que se dedicaba a cuidar coches. Como me fue mal, hice el contacto y me dijeron que aquí tenía la posibilidad de trabajar”, relata Mariano, de 35 años.
También asegura que en Plaza Conesa hay una organización muy grande y en esa zona no tienen permitido trabajar. Explica que debido a la situación económica del país el dinero no alcanza pero al menos puede llevar un plato de comida a su casa con los cinco mil o seis mil pesos que gana por día. En cuanto a su relación con los conductores asegura que es buena. “Acá la gente es re copada, te dan lo que pueden, no pedimos un monto mínimo, a veces te dan un sándwich o te compran una gaseosa”.
También Alfredo, de 49 años, quien trabaja como cuidacoches en el Sanatorio Modelo de Quilmes, relata su historia de cómo llegó a trabajar de trapito. “Yo soy parrillero profesional, pero me quedé sin trabajo y no consigo con la edad que tengo. Todos los días dejo a mi hija en el colegio y me vengo para acá. Me quedo hasta la noche porque otra no me queda.” Sobre las denuncias de los vecinos y la violencia por parte de los cuidacoches asegura que en esa zona nunca hay inconvenientes: “El principal problema suelen ser las drogas y el alcohol. Yo el único vicio que tengo es el pucho y las denuncias por parte de los cuidacoches suelen ser del lado del centro, donde hay muchos cuidacoches, los de la UTEP”.
La zona donde trabaja Alfredo está a diez cuadras del centro, todos los trapitos se encuentran identificados con las pecheras de UTEP y MTE.
En 2020 desde la Subsecretaria de Economía Social, Popular y Solidaria del Municipio de Quilmes aclararon al medio digital Blanco sobre negro que las personas que se desempeñan como “trapitos” (o cuidacoches) en distintos puntos de la ciudad no son agentes municipales y no tienen ningún tipo de relación con la misma. “Ni los chalecos ni las vestimentas que utilizan estas personas representan vinculación alguna con la gestión de gobierno del Municipio, consecuentemente no existe ningún acuerdo sobre estacionamiento medido y no se encuentran autorizados para desempeñar dicha actividad en representación de la Municipalidad de Quilmes”.
Damián, vecino del barrio, quien trabaja en el Banco Santander Rio, ubicado en la avenida Irigoyen 343 señala: “Por suerte no vivo tan lejos y para evitar malos momentos con los trapitos de la zona o pagar montos elevados trato de no venir a trabajar en auto. Además el centro es un caos y es casi imposible conseguir un lugar donde estacionar el auto”
Datos de encuesta
Si bien muchos vecinos intentan evitar llegar a la zona céntrica de Quilmes en auto, los datos de la encuesta realizada a 88 vecinos y conductores indican que el 16.6% sufrió alguna situación de violencia y el 42.3% de los conductores dejaría su auto al cuidado de un “trapito”. Este último dato podría estar relacionado con la poca cantidad de estacionamientos que hay en la zona y los precios elevados. En los alrededores de la plaza principal los montos ascienden por hora a $3000 los autos y $4000 las camionetas mientras que un cuidacoches puede cobrar entre $500 y $1500 pesos la estadía, dependiendo de la zona y el horario.
Los resultados de la encuesta muestran también que la mayoría de los encuestados sugirió que la falta de implementación del sistema de estacionamiento medido podría estar vinculada a intereses internos del municipio. Una menor proporción (18.42%) de respuestas reflejó un reconocimiento explícito sobre el tema. Estas percepciones evidencian una combinación de suspicacias y falta de información respecto a la gestión del estacionamiento en la ciudad.
Otro dato importante que se desprende de la encuesta es que los conductores se encuentran muy molestos con las situaciones de violencia pero un gran porcentaje (42.3 %) aceptaría abonar una suma y dejar su auto al cuidado de un “trapito”.
Si tenemos en cuenta que la densidad demográfica de Quilmes duplica a la de Berazategui y su zona céntrica es mucho más amplia que la de su municipio vecino, este tipo de regulación podría ordenar el uso del espacio público, reducir los problemas de congestión, mejorar la circulación vehicular en zonas muy concurridas. La falta de gestión representa una pérdida considerable de oportunidades para generar recursos que podrían destinarse a mejorar la infraestructura vial y otros servicios públicos.
Por otro lado, muchos cuidacoches se encuentran en situación de vulnerabilidad marcada por su exclusión del mercado laboral formal. Sin acceso a empleos registrados ni protecciones laborales recurren al cuidado informal de autos y en muchos casos es su única fuente de ingresos. La situación económica complicada, la falta de educación o capacitación los deja atrapados en un circuito de informalidad y precariedad con mucha inestabilidad y sin los derechos básicos como la cobertura de salud y aportes jubilatorios.
“Yo actualmente trabajo de mozo en el restaurante La Farola pero muchas veces que me quedo sin trabajo, porque el rubro es muy inestable. Suelo trabajar de cuidacoches o delivery. Aunque no se gana mucho es una salida rápida mientras busco empleo”, relata Nahuel, de 40 años.
La competencia entre los cuidacoches en la zona céntrica de Quilmes que abarca unas 50 hectáreas es notoria. En esta zona podemos encontrar un “trapito” por cuadra y en algunas hasta dos o tres.
Consultados por este medio, los concejales del partido Unión por la Patria optaron por no expresar su postura frente a la problemática planteada por los vecinos aunque un alto funcionario del municipio expresó en off su preocupación. “Acá nadie va a hablar del tema. Los trapitos están contenidos por la UTEP de Grabois y es un tema complejo del que no nos podemos librar. Es un tema político incómodo y no hay nada para decir en concreto”, dijo.
Son las diez de la noche y en la Plaza Conesa, los policías caminan de a pares y observan cómo los cuidacoches exigen el pago a los conductores, pero la situación les es cotidiana, por lo que no intervienen.
“Acá, acá tenés lugar amigo”, se oye el grito de un cuidacoches, un auto frena y estaciona en el lugar. Los autos circulan despacio debido a que la mayoría se detiene de ambas manos y esto dificulta el tránsito fluido. Mientras tanto, las motos delivery comienzan a estacionar sobre las veredas. Cada vez hay menos lugar y un auto que estaciona sobre la senda peatonal enciende las balizas.
Un señor canoso estaciona su camioneta Amarok negra en la plaza y la charla con dos cuidacoches se extiende más de lo habitual. Es probable que las camionetas paguen un monto superior a los autos, o quizás el motivo sea la patente que indica que es 0 km. Algunos conductores acceden y pagan antes de bajar de su auto, quizás temerosos, desconfiados o precavidos. Otros lo hacen cuando se retiran.
Una de las motos que lleva un pedido se detiene a charlar algunos minutos con uno de los cuidacoches. Minutos más tarde enciende su moto y está dispuesto a continuar con su trabajo. Esquiva un pozo sobre la vereda, producto de cinco baldosas que faltan y acelera en medio de dos autos.
Llegan a la plaza varios cuidacoches que vienen del centro. La plaza es el punto de reunión de los que terminan de trabajar en la zona de los locales comerciales. La mayoría de ellos se retiran, pero llegan otros, los del turno noche y aunque los cuidacoches ahora son otros, nadie lo nota. Parecen invisibles, pero allí están. Atentos, rápidos y observadores.
Siete tachos de pintura de diez litros, cuatro de ellos rojos, dos blancos y uno amarillo descansan debajo de un tobogán en la oscuridad de la Plaza Conesa. La rutina de vigilancia ha terminado por hoy y los trapitos se retiran cansados, cabizbajos e invisibles.
Autores de la Investigación & Nota: Hernán Pérez y Ignacio Arias