Día Internacional de los Museos

La Casona de Santa Coloma abre sus puertas para conocer su rica historia

Por: Redacción

Jueves, 16 de Mayo del 2024 - 09:59 hs.

La jornada, que será este sábado de 10:30 a 12 hs con entrada libre y gratuita, es una oportunidad para conocer y valorar el patrimonio histórico y cultural de Santa Coloma, una de las casonas más antiguas del partido de Quilmes, que fue testigo de importantes acontecimientos de la historia local.

La Comisión Amigos de Santa Coloma y la Parroquia María Auxiliadora trabajan desde hace años para preservar y difundir este espacio, que es parte de la identidad quilmeña.


SOBRE LA CASONA

La chacra de Santa Coloma es una edificación de gran valor histórico y arquitectónico, una auténtica reliquia del antiguo Pago de la Magdalena (Quilmes) emplazada en la localidad de Bernal. Este mítico apellido remite al linaje de Francisco Bernal, uno de los pobladores originarios de Buenos Aires que se desempeñara como alarife y primer agrimensor del ejido de la ciudad y de chacras ribereñas como la que nos ocupa.

En 1805 Juan Antonio de Santa Coloma y Solla (1764-1829) adquiere la propiedad, cuyas tierras nacían en la barranca del río y limitaban al oeste con la estanzuela del Convento de Santo Domingo y al sur con el camino a Chascomús. Destinada a la plantación de frutales y cría de animales, la quinta fue a su vez residencia de verano de este comerciante vasco, miembro del Cabildo de Buenos Aires, y de su esposa Ana María Lezica de Torre Tagle. En ocasión de la Segunda Invasión Inglesa (1807), fue sitio de descanso de las tropas del general John Lewinson Gower.


La vivienda (1805-1806), con su gran palomar de 2.000 casillas, es de líneas simples, austeras y desornamentadas, respondiendo al tipo de construcción rural de fines del siglo XVIII e inicios del XIX. Su extenso frente orientado al este, con su dilatada galería de más de 30 m. dispuesta sobre la barranca, abre sus visuales a la entrada del Río de la Plata y del Riachuelo. Dos cuerpos avanzados –similares a los de la chacra de Diego Caseros– y seis columnas de madera con zapatas enmarcan el amplio corredor, cuyas puertas y ventanas de algarrobo son de dintel recto o bien de arco escarzano; sus notables rejas giratorias se resguardan en el Museo de Luján.

Hoy se conservan la mitad de sus diecisiete habitaciones organizadas en doble crujía y patio asignadas a dormitorios, comedor, sala, capilla y otros usos productivos y/o de servicio. Sus sencillos materiales constructivos –muros encalados de ladrillos asentados en barro, cubiertas de rollizos de palma con alfajías y tejuelas, vigas de madera de urunday y pisos de ladrillones– contrastaban con el suntuoso mobiliario, telas y tapices importados de España.